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Óleo sobre tabla entelada 55x27 |
Cuando era una niña me encantaba merodear por la cocina. Mi madre, mi tía y mis abuelas, grandes gestoras económicas, se reunían para preparar lo que ellas llamaban las consevas de otoño; entonces, penetrantes aromas de frutas, azúcar, y canela, envolvían toda la casa. Después de la esterilización todos aquellos botes, amorosamente preparados, iban a parar a aquella alacena engalanada con cenefas de ganchillo...
Rituales de amor que permanecen intactos en mi memoria.