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lunes, 29 de agosto de 2011

La camarera del Caprichos

Detalle . Óleo sobre lienzo 60x60

En realidad la retratada es mi hija mayor. Por aquella época trabajaba en una cafetería que se llama Caprichos. Este cuadro participó en una exposición colectiva. Un visitante se acercó al cuadro y exclamó: " ¡pero si es es la camarera del Caprichos!". Que un desconocido reconozca a la modelo de tu cuadro es una agradable sensación porque implica que has captado la esencia de la persona y eso es más importante que el mero parecido físico. Sobre todo si tenemos en cuenta que sin uniforme de trabajo y "disfrazada" de esta guisa la modelo era un tanto camaleónica.

Se trata de un detalle del cuadro. Me he centrado en el retrato pero otro día compartiré con vosotros el bodegón completo de la parte inferior.

Recuerda que puedes clicar sobre la imagen para verla con más detalle.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Papilla, patucos y otras gaitas. Paso a paso (V)

Hola amigos, perdón por el retraso. Finalmente, el lunes le di el último toque al cuadro tras la habitual pausa para reflexionar y observar fallos. He aquí el resultado:






Tras haber matizado las luces y las sombras, me di cuenta de que el servilletero tenía, quizás, demasiado protagonismo y que los patucos no resaltaban; reforzando la sombra bajo éstos el amarillo-patuco tiene una nueva vida. El conjunto de frutas ha sido seguramente lo menos retocado: un par de sombras aquí y allá, una luz, un rabito para la pera... Lo que sí ha cambiado es el sofá. La última vez me esforcé tanto por darle volumen que el cojín del extremo derecho tenía demasiado protagonismo y se venía hacia el primer plano. He rebajado los colores, un poco saturados, y le he dado mucha más luz para que se diluya en el fondo.

La silla y el mueble bajo la cortina siguen esbozados, a contraluz, pero creo que se quedarán así. Las frutas ya están maduras, así que ha llegado el momento de desmontar el bodegón. Los patucos regresarán al cajón de los trastos (el que siempre me proporciona cosas para pintar), porque sus dueñas hace mucho mucho tiempo que pegaron el estirón.

domingo, 7 de agosto de 2011

Papilla, patucos y otras gaitas. Paso a paso (IV)


Bueno, hoy hemos avanzado otro poco, y, sinceramente, creo que no trabajaré demasiado en el cuadro a partir de ahora. Soy de la opinión de que un cuadro está acabado cinco minutos antes de que el propio cuadro te lo diga. A veces, es mejor la simplicidad sugerida que la perfección manifiesta.

El bodegón ha superado la inmaterialidad y ya parece asentado sobre la mesa; el tapete ha cogido cuerpo, aunque quizás falle el dibujo de la greca bajo el servilletero. Ahora la diagonal ascendente que une las galletas con las plantas es más visible, y permite pasear la mirada por la composición sin desvíos innecesarios al fondo.

Creo que mañana le daré los últimos toques.

sábado, 6 de agosto de 2011

Papilla, patucos y otras gaitas... Paso a paso (III)


Primera hora de trabajo: he aquí el resultado. He tratado de definir un poco los volúmenes básicos: frutas, cojines... así como resaltar algunas luces y algunas sombras en el tapete. También han brotado las flores de sus macetas.

Me preocupa la separación entre la mesa y el sofá, así como la imperfección en los círculos concéntricos (especialmente el interior). Todo se andará...


Algo hemos avanzado. Segunda hora de trabajo. Los patucos han tomado forma, y el sofá ya no está tan cerca ni tiene dos dimensiones. El bodegón está saliendo a la luz, el tapete de ganchillo empieza a tener luces y sombras... Aunque observo que mañana tendré que sombrear todo el bodegón, pues parece flotar en el tapete, sobre todo el servilletero y las galletas. Sin embargo, me gusta la luz en conjunto, y las frutas tienen un aspecto apetecible.

Un engaño visual: ningún blanco de los que vemos es, realmente, blanco puro, sino una amalgama de tonos, entre azules, amarillos, verdosos y violáceos, que permiten crear una sensación más real de luz.

De nuevo, el sol ha huido detrás de las sombras, y además, ya han pasado las dos horas. Tiempo de reflexión para retomarlo mañana.

jueves, 4 de agosto de 2011

Papilla, patucos y otras gaitas... Paso a paso (II)


Esta es la segunda sesión del cuadro; después de una hora he parado para hacerle una fotito. Lo cierto es que me gusta analizar las distintas fases de un cuadro, y por eso a menudo saco la cámara de fotos e inmortalizo el momento. Visualizando cada momento reflexiono y aprendo de los errores. 

Os confesaré un secreto: la paleta de color que me he propuesto usar en este bodegón, y que, de hecho, es mi paleta básica y única. El mejor color no está en el tubo, sino en las buenas mezclas, por eso rehuyo los verdes de tubo y el negro. Así pues, voy a usar: azul ultramar y azul cyan, sombra tostada, siena tostada, ocre amarillo, amarillo limón, rojo cadmio, carmín y blanco. Los pinceles son planos, de cerda, de los números 4, 6 y 8, quizás un poco grandes para lo pequeño del cuadro, pero los prefiero así para aumentar la capacidad de síntesis.

En esta fase me he dedicado a manchar las superficies por igual; trabajar la totalidad del cuadro es fundamental, porque cualquier cambio localizado afecta a todo el conjunto. 

Transcurridas otras dos horas, me empiezan a gustar algunas cosas, aunque aún queda mucho trabajo por delante. Aquí empiezo a notar la textura del fondo: por algún extraño motivo, suelen parecer hechos a pastel, y siempre tienen un toque impresionista. Aunque lo dejaré reposar para mañana porque la luz ya ha empezado a cambiar. 

miércoles, 3 de agosto de 2011

Papilla, patucos y otras gaitas... Paso a paso. (I)

Para variar, en esta ocasión quiero compartir con vosotros el paso a paso de un cuadro, un bodegón tomado del natural con los preparativos para la típica papilla para bebé y unos patucos de mi hija. Y, como de costumbre, mis plantas. 
 

Acrílico sobre lienzo. 33 x 41 cm

El inicio de un cuadro supone la parte de dibujo y composición, casi más satisfactoria para mí que la lucha con el color. He comenzado con lápiz acuarelable de color sanguina sobre el propio lienzo ya preparado, sin ninguna base de color previa. Una vez repasado con un color más oscuro, un siena tostada muy diluido, queda esbozado para comenzar con el acrílico.


Lo positivo de bosquejar con lápices acuarelables es que, si se traza con sutileza, no deja marcas en el lienzo.. Además, los errores son fácilmente corregibles diluyendo las líneas con agua, y se pueden crear efectos de sombra para posibles veladuras o, simplemente, para situar ciertas luces y sombras. Otro día veremos cómo vamos resolviendo el cuadro.

Continuará...